martes, 4 de mayo de 2010

Primera vez.

Parecía todo tan irreal y mágico, algo que hace muchos años pensé que no pasaría.
Nos encontrábamos en un pequeño llano verdoso, con flores de colores cálidos y árboles altos y esbeltos.
Frente a nosotros había un pequeño lago, donde en sus aguas cristalinas se reflejaba la luna.
Corría un aire fresco y suave, verdaderamente acogedor.
Nos encontrábamos tendidos en una gran sábana, de perfil, mientras manteníamos nuestras miradas, sin hacer el más mínimo ruido, solo se escuchaba algún que otro grillo en la lejanía.
Él tenía puesta su mano en mi cintura y entonces noté como poco a poco me atrajo hacia si.
Llegamos al punto en el que nuestros labios estaban tan cerca, que pude sentir su respiración en los míos.
Cerré los ojos y me acerqué a él, depositando un pequeño beso en sus suaves labios.
Noté como se levantaba y se colocaba encima de mí.
Seguía mirándome a los ojos, intensamente, esperando que los míos le dieran una respuesta de seguir adelante; más que eso, alcé mis brazos y le rodeé el cuello, atrayéndole hacia mí.
De nuevo le besé, esta vez dejé una pequeña grieta en mis labios, para que él beso fuese más intenso.
Mientras nuestros labios jugaban, noté como las manos de John se introducían en mi camisa.

Sus manos cálidas recorrieron mi estómago, hasta que llegaron a mi busto, allí se pararon y reconocieron el entorno ya explorado anteriormente.
Notaba como mi sangre empezaba a calentarse, y como mi corazón latía con fuerza.
Apreté mis brazos a su cuello y le seguí besando hasta que me falto el aliento.
Deslizó sus manos hacia abajo y paró de besarme.
Se levantó hasta quedarse sentado encima de mí y se quito la camisa.
Miré con cierto rubor sus pectorales algo marcados y su piel, que a la luz de la luna era preciosa.
Entonces fue cuando se levantó y se sentó al lado de mí, sabía lo que quería decir.
Me senté de rodillas en la sábana y me coloqué frente a él.
-Quiero que lo hagas tú- Susurré mirando hacia el suelo, mi cara estaba ardiendo de la vergüenza.
Se acercó a mí y me quitó la camisa con delicadeza.
Acto seguido coloqué mis manos en mi pecho, fue solo un acto reflejo.
Le miré y vi cómo sonreía.
Me quedé una vez más embrujada con su sonrisa, hacía que me olvidara de todo.
De nuevo se acercó a mí y me besó en el cuello; Notaba como sus labios recorrían todo este y dejaba su aroma en él.
Llegó de nuevo a mis labios, y mientras volvíamos a besarnos, volvimos a caer al suelo.
Estuvimos varios minutos besándonos, hasta que noté como John introducía su mano por mi falda.
No pude evitar que mis piernas se cerrasen, aún así el siguió acariciando mi muslo.
-Espera- Musité cuando conseguí librarme de su beso.
-¿Qué pasa?- Dijo sentándose de nuevo a mi lado.
-Esto es un poco vergonzoso.
-Lo sé.
-No es por ti, es solo que estoy un poco nerviosa.
-Es normal Helena, solo tienes que pensar en mí.
De nuevo de abalanzó contra mí, siempre con suavidad.
Esta vez noté como se quitaba sus pantalones, el nerviosismo volvía a mí con más fuerza.
Pero esta vez no pude decir que no, era el momento perfecto, si no lo hacía hoy, me arrepentiría el resto de mi vida.
Yo le quiero, no tiene por qué haber más dudas.
Pronto llegamos a ese momento, en el que no puedes decir nada.
Simplemente agarré con todas mis fuerzas los hombros de John y esperé.
-Si te duele mucho, dímelo, ¿Vale?
Asentí como pude cerrando bien los ojos.
El dolor comenzó, pero en escasos minutos todo acabó.

-¿Estás bien?-Me susurró al oído.
-Sí- Dejé de agarrarle con tanta fuerza.
Se levantó un poco para poder mirarme a los ojos.
-Te quiero más que a nada.
No pude evitar que unas lágrimas saliesen de mis ojos, le abracé con fuerza.
Los dos estábamos sudando, mi sangre se había sobrecalentando y creí que mi corazón se iba a salir de pecho.
Cogí la cara de John entre mis manos, estaba empapado en sudor.
Suspiró y apoyó su cabeza en mi pecho.
Nos quedamos así hasta que la luz del amanecer recreó de nuevo el paisaje y todo volvía a brillar con su color natural.
Yo ya me había vestido y ahora miraba a John con dulzura, mientras le apartaba el pelo de la cara.
No pude contener las ganas y le besé de nuevo.

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