domingo, 2 de mayo de 2010

Fragmento para empezar.

¿Ahora qué?

<
Estoy harta, harta de que me traten como a una niña>>.
Ésa fue la última frase que escuché decir a Michelle.


-¿Ahora qué?- Me pregunto.
Michelle, mi amiga, mi alma gemela, la existencia por la que yo vivía acababa de morir, ¿Ahora qué?
¿Qué se supone que debo hacer yo ahora que tu no estás aquí?
Nada.
Esa es la respuesta que me da la cabeza.

Estoy frente a la casa de Michelle, la número 65 de la calle Spoke.
Su madre hace escasos minutos que me llamó diciendo entre llantos y gritos que su preciada hija acababa de morir en un accidente de coche.
Veo como todo el vecindario a salido de sus casas para ver la trágica escena, una niña de quinze años atrapada bajo un coche negro.
No puedo apartar la vista del cadáver, todavía no puedo creer que sea Michelle la que está ahí debajo. Mi cerebro es incapaz de reaccionar ante este acontecimiento tan inesperado.
La ambulancia llega escasos minutos después de llegar yo, la madre de Michelle me abraza y me apoya en su pecho para consolarme.
Minutos más tarde, Michelle yacía sobre una camilla, muerta.
Mis ojos se abren de repente y de ellos salen dos lágrimas como cascadas, no puedo parar de llorar, me duele el corazón, está oprimido del dolor.
Ahora había visto la realidad, Michelle estaba muerta y ya no despertaría jamás.
Me fallan las rodillas y caigo al suelo estrepitósamente, mi cuerpo empieza a temblar involuntariamente y las lágrimas no cesan en seguir saliendo.
Las personas a cargo de trasladar el cuerpo de Michelle, la introducen en la ambulancia.
Mary, la madre de esta lloraba a mi lado mientras me pasaba su delgado brazo por los hombros.
-Es culpa mía-Susurra entre sollozos suavemente.
La ambulancia arranca y se va alejando del lugar donde yo me encontraba rápidamente.
Y, ¿Ahora qué?
Mis piernas no tenian intención de levantar el peso de mi cuerpo y al pareces mis ojos tampoco tenian intenciones de parar de llorar. Con delicadeza, Mary, me ayuda a levantarme y me lleva dentro de su casa.
Allí me siento en el sofá de piel negro y miro hacia ninguna parte.
-¿Cómo a podido pasar esto?- Digo sin poder creer nada todavía.
Mary se sienta a mi lado y me da una pequeña taza que contenía tila, un suave aroma recorre mis fosas nasales, haciéndome sentir más calida por dentro.
-Lo único que sé es que hace solo unas horas ella estaba aquí conmigo, a mi lado.
Tomo un pequeño sorbo de tila.
¿Ahora qué?

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